18 LAS ELIMINACIONES DEFIENDEN LA VIDA

Salud Natural en Línea

Medicina Natural al Alcance de todos


Vivimos intoxicándonos y morimos envenenados. El autor

El hombre civilizado vive para comer, mientras que los animales comen para vivir. La población está cada día pendiente de las horas de la comida y se despreocupa de su eliminación intestinal, salvo que le apure el cuerpo. Sin embargo, para mantener la salud, es más importante desocupar el intestino que ingerir alimentos, porque el ser humano puede vivir muchos días sin comer y no puede estar 24 horas sin evacuar su intestino, pues se envenena.

Y aunque no se coma nada, cada día debe evacuarse un litro de bilis. Los cuerpos que no eliminan sus impurezas se envenenan fatalmente y mueren. Pasados los cincuenta años, la salud en el ser humano es un problema de desintoxicación. Dado que la actividad nerviosa y, puesto que ésta depende de la pureza de la sangre, se comprende la importancia que tiene purificar el fluido vital con activas eliminaciones diarias.

En el hombre sólo existen tres causas de muerte: accidente, vejez e intoxicación. La muerte de vejez, o sea la muerte natural, actualmente es una excepción, pues sólo es resultado del agotamiento de la fuerza vital más allá de los cien años. Las muertes que vemos cada día son antinaturales, prematuras, violentas y trágicas, pues implican la interrupción del proceso vital.

La muerte que corta la vida de la criatura antes de nacer, que se lleva al joven lleno de ilusiones y detiene la carrera del hombre en plena potencia y actividad, esta muerte, decimos, que no es preparada por las leyes que rigen la vida humana, sino que es el resultado de la ignorancia de la víctima y de errores que nos llevan a vivir en constante conflicto con la Naturaleza.

Sabemos que proporcionalmente con el período de su desarrollo el hombre debería alcanzar la edad de 150 años. El hecho de que en todos los países se presenten casos de longevidad más allá de los 100 años, confirma lo dicho. Quien no muere de accidente o de vejez sólo puede morir de intoxicación por efecto de putrefacciones intestinales y deficientes eliminaciones de su piel, riñones, intestinos y pulmones; o bien como resultado de intoxicaciones medicamentosas.

La vida urbana es una intoxicación continua. Se vive introduciendo venenos con el aire contaminado que se respira en todas partes. Los alimentos cadavéricos, cocinados e industriales mantienen putrefacciones intestinales crónicas. Las ropas adheridas a la piel impiden las eliminaciones malsanas por los poros y la fiebre interna debilita a los órganos vitales.

Con razón nuestros antepasados procuraban alejar la muerte causada por intoxicación estimulando la eliminación de la piel mediante las “fuentes” que llegaron a ser compañeras inseparables de la ancianidad. Estas “fuentes” eran unas lucras artificiales que se abren generalmente en el brazo izquierdo manteniéndola activa y supurante mediante un pedazo de papa de lirio blanco que impide su cicatrización.

Por esta úlcera siempre abierta, el organismo descarga sus impurezas y se defiende de la intoxicación. Obviamente, los sistemas que proponemos en este libro digital suplen con ventaja a este primitivo procedimiento. Las defensas naturales mediante crisis periódicas hacen que nuestro cuerpo se descargue de materias malsanas. La cual explica el beneficio que aportan los catarros, expectoraciones, flujos, purgaciones, diarreas, erupciones, chancros, fistulas  supuraciones de todas clases y demás trastornos de la salud. 

Todas las medicinas destinadas a sofocar estas eliminaciones no hacen sino obstaculizar las defensas del organismo adelantando la vejez y la muerte. Los tumores y los procesos llamados tuberculosos, cancerosos y gangrenosos son la última etapa del desarreglo orgánico provocado por la supresión de los síntomas de la alteración de la salud sin remover su causa.

Ya que la vida citadina, nos provoca una cotidiana impurificación orgánica; es indispensable buscar el camino de las eliminaciones mediante actividad de la piel en conflicto con el frío del aire o del agua, con ejercicio al aire libre y con el Lavado de la Sangre al vapor o al sol. Conviene recordar que cuando el cuerpo se desintoxica muy deprisa suele sentirse falta de fuerzas. Esto que erróneamente se atribuye a “debilitamiento”, en realidad es recuperación de la vitalidad orgánica. 

En efecto, los tóxicos gastan la actividad nerviosa del organismo agotando sus reservas vitales. A medida que se les expulsa disminuye el estímulo de los nervios y el cuerpo, descansando de su perjudicial excitación, procura recuperar el gasto anticipado de sus energías. La vida urbana nos ofrece muchos ejemplos de gente prematuramente envejecida, aun antes de los cuarenta años.

A esa edad en que al hombre de trabajo generalmente le sonríe la fortuna, es preciso poner en práctica un régimen eliminador que asegure su existencia alejando la muerte por intoxicación. Estos enfermos crónicos, generalmente ignorados, pues carecen de síntomas, no pueden esperar nada de la medicina medicamentosa. El hombre que a la mitad de su vida no sabe ser el defensor de su propia salud ha perdido la dirección de su destino y se verá tomado por intereses que prosperan con su ignorancia.

Además de los órganos que trabajan en la eliminación de desperdicios, también los órganos genitales permiten la expulsión de materias corrompidas mediante supuración uretral o vaginal denominadas purgación, flujos o flores blancas. Jamás se debe pensar en sofocar estos procesos eliminadores, pues desaparecen por agotamiento, regenerando la sangre con buenas digestiones y una activa eliminación cutánea.

Sabemos que las funciones eliminadoras, al igual que las de nutrición, dependen del Equilibrio Térmico. Las eliminaciones serán normales con 37 grados centígrados en la superficie del cuerpo, como en las entrañas. El frío exterior va unido a la calentura interna que limita la irrigación sanguínea de la piel y congestiona los órganos.

La piel por simple exhalación y también por el sudor. Pero no se crea que toda transpiración es igualmente eficaz, porque la que se produce por ejercicio o abrigo fácilmente enfría la piel, mientras que la que se obtiene mediante la acción del sol, del vapor o de la irritación con ortigas logra atraer hacia los poros todas clases de materias malsanas para su expulsión.

Siempre que se suda es necesario la intervención del agua fría, al menos al final del proceso, para evitar enfriamiento. Las substancias más rebeldes para abandonar el cuerpo son las medicamentosas, porque su acción tóxica deprime la fuerza orgánica encargada de su expulsión. Mi Lavado de la Sangre al sol o vapor es el medio más eficaz para librar al cuerpo de la perjudicial presencia de venenos como mercurio, arsénicos, yoduro y otros que se presentan como remedios salvadores.

Los riñones del habitante de la ciudad están sometidos a un trabajo excesivo debido a los desarreglos digestivos causados por su fiebre interna. Este trabajo forzado debilita la potencia de los riñones congestionándolas. La vida de sus tejidos se debilita por mala nutrición de las células y se va generando más calor atrayendo más sangre a la zona de por sí congestionada.

Esa sangre vuelve a depositar sus materias morbosas y se debilita aún más a los riñones hasta llegar a incapacitarlos, como en la nefritis, que es la causa de la uremia. Este proceso degenerativo se desarrolla de forma análoga en los pulmones, el corazón, el bazo, el hígado, los ovarios, etc.

La enfermedad de su órgano del cuerpo siempre empieza por inflamación o congestión aguda, pasando después al período crónico para degenerar, finalmente, en proceso destructivo, denominado cirrosis, tuberculosis o cáncer. Los tumores en los ovarios, matriz u otra zona del cuerpo, también tiene un origen y desarrollo análogo.

Las materias extrañas introducidas por la nutrición inadecuada y retenidas en el organismo por deficiencias eliminatorias, se depositan de preferencia entre los tejidos de los órganos del bajo vientre, cerca de las salidas naturales, por deficiencia funcional de los intestinos, piel, riñones. Si para que el hombre viva sano es necesario mantener activas eliminaciones de su cuerpo, con mayor razón en el enfermo es preciso procurar una eliminación enérgica que les permita expulsar las materias morbosas, siempre presentes en toda dolencia.

Al expulsar del cuerpo los venenos de orígenes orgánicos o medicamentosos se levanta la energía vital del organismo para que la Naturaleza ponga en pie sus defensas para salvarlo del desarreglo funcional. Para vivir sano es preciso desocupar completamente el vientre cada día al despertar, después del almuerzo o comida y antes de dormir.

El proceso digestivo de alimentos cocinados termina en 4 o 6 horas, de manera que los residuos deben ser expulsados cada 8 horas. Una evacuación cada 24 horas es causa de impurificación orgánica por retención de excrementos, de bilis y de otros desechos. La bilis que elabora el hígado es producto tan nocivo como la orina y en el adulto alcanza a la cantidad de un litro cada día, el cual debe ser expulsado por el intestino aun cuando se practique el ayuno.

Si en la piel aparecen erupciones, furúnculos, granos alergias, úlceras o postemas, debemos respetar esta actividad de la naturaleza y, lejos de sofocarla con pomadas u otros medios, junto con un régimen alimenticio purificado de frutas, es preciso activar diariamente las eliminaciones generales con envolturas húmedas en los niños y mi Lavado de Sangre en los adultos.

Localmente se pueden aplicar emplastos de fenogreco o de lodo. Bien podemos afirmar hoy el hombre no muere; sino que se envenena. Los laboratorios de la muerte son: la cocina que prepara despojos cadavérico como alimento del hombre y la botica, que elabora venenos e inmundicias como remedios de nuestros males.

La muerte natural, que llega como el término apacible de un día de labores, que el hombre fatigado y anhelante de reposo aguarda como un descanso necesario, alrededor de los cien o más años, es desconocida en la actualidad y nada tiene que ver con el término de una vida rebelde en conflicto con la Naturaleza.

Vivimos al margen de la Ley Natural y con ellos nos preparamos una muerte violenta, prematura, dolorosa y trágica que, como nube negra, se cierne sobre nuestras cabezas cada día y constantemente amenaza nuestra tranquilidad. Vivimos intoxicándonos y morimos envenenados.
Autor: Manuel Lezaeta Acharan

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