El tratamiento de las heridas cortantes, punzantes, de arma de fuego o con desgarramiento de los tejidos debe prevenir las hemorragias, para lo cual es preciso descongestionar la zona afectada y refrescar el interior del vientre para evitar la fiebre.
Fuera de los casos graves, en que es necesario ligar alguna vena o arteria para evitar que se desangre la víctima, cada cual puede atender sus heridas sin perder de vista el objetivo, que es favorecer la obra de la Naturaleza que busca la cicatrización, la cual se obstaculiza con desinfectantes.
En todo caso, la cataplasma de lodo aplicada directamente sobre las heridas, es el bálsamo maravilloso que restablecerá rápidamente la normalidad de los tejidos afectados. Puedo asegurar que no existe elemento alguno en la Naturaleza, ni remedio farmacéutico, que aventaje al lodo como restaurador de los tejidos lesionados, tanto al exterior como al interior del cuerpo.
La cataplasma de lodo se aplicará directamente sobre la carne viva, cambiándola cada tres o cuatro horas, porque pierde su eficacia cuando se calienta o seca. Si en lugar de agua natural, para preparar el lodo, agregamos a la tierra cocimiento de limpia plata u otra de las hierbas que se indican más abajo, aumentaremos los beneficios.
Si una herida supura y se mantiene abierta, es porque el organismo necesita expulsar por ella algún cuerpo extraño o materias putrefactas y no debemos contrariar este proceso con ningún medio. El fenogreco es el mejor purificador de heridas corrompidas. Por encima del emplasto de fenogreco, puede aplicarse fajado de lodo abarcando la parte afectada.
No hay herida, por antigua que sea, que no ceda con dos o tres curaciones a las 24 horas, de vapor de limpia plata y flores de árnica durante 15 o 20 minutos, luego lavamos con chorro bien caliente de este cocimiento y, en seguida, aplicamos sobre la úlcera las hierbas del mismo cocimiento y sobre ésta cataplasma de fenogreco, fajado por encima con lodo.
Basta con cambiar cada 4 o 6 horas el fenogreco en las heridas o úlceras malignas para evitar la gangrena o la septicemia. Las putrefacciones de las heridas no son obra de los microbios, sino de las suciedades internas del cuerpo generadas por malas digestiones crónicas. Estas son las impurezas que buscan paso por las heridas manteniendo la supuración y dificultando la cicatrización.
Las hemorragias que no exigen el ligamento de algún vaso, se combaten con compresas de limpia plata y, mejor aún, con el vapor del cocimiento de esta hierba. El jugo o zumo de ortigas, de llantén, llantecillo o verbena también son eficaces para detener las hemorragias en heridas abiertas.
El cocimiento de raíz de tormentilla con limpia plata o el de corteza de encina logra detener las pequeñas hemorragias. Finalmente, las flores de árnica mezcladas con limpia plata, en agua o vapor, constituyen un poderoso bálsamo para las heridas.
En casos de golpes, zafaduras o fracturas de huesos, además del lodo, podemos emplear cataplasma de cuajada de leche que se cambia cada siete u ocho horas, para desaparecer la inflamación. Esto es especialmente eficaz en casos de irritación o inflamación de los ojos, sobre todo cuando se debe a un accidente.
Para componer zafaduras, torceduras o fracturas de huesos, se debe siempre recurrir a "hueseros" experimentados para evitar procedimientos contra natura. Una vez compuesto el hueso, y afirmado con tablillas, bastará mantener fajado de lodo alrededor del miembro o parte afectada, cambiando la compresa cada tres o cuatro horas para obtener rápida curación, evitando todo sufrimiento al herido.
En ningún caso debe enyesarse el miembro enfermo, porque con ello se dificulta la circulación de la sangre y el trabajo eliminador de la piel.
Como el cuerpo es un todo indivisible, para curar una parte, además del tratamiento local, es preciso uno general que se orienta hacia la formación de sangre pura, mediante buenas digestiones, aire puro y actividad eliminadora de la piel.
Los baños de sol locales y generales favorecen el cambio orgánico. Si el sol se aplica localmente, se deben cubrir las heridas con lodo o con hojas verdes para evitar la congestión de los tejidos afectados.
Quemaduras
Toda quemadura representa inflamación de los tejidos que así se defienden. El tratamiento debe ser desinflamante para evitar la obstrucción de la sangre, tanto para quemaduras de fuego como de sol.
Después de lavar la quemadura con agua, conviene aplicar directamente sobre ella cataplasma de rallado de papa cruda o, mejor aún cataplasma de lodo, que es un calmante insustituible. También se puede usar cataplasma de cuajada de leche. Las aplicaciones se renuevan cada 3 o 4 horas, salvo la cuajada, que mantiene su acción benéfica hasta por 9 horas.
Cuando la quemadura ha sido provocada por hielo, recomendamos frotar con nieve sobre la parte afectada, abrigando después con tejidos de lana. Conviene abrir las ampollas para favorecer la expulsión de materia malsana. La dieta cruda está indicada en casos graves. Lavativa de agua natural si no hay evacuación diaria.
Gangrena
Este es el nombre de la muerte de los tejidos por falta de circulación de la sangre o a causa de intoxicación medicamentosa. También puede ser originada por mala alimentación y deficientes eliminaciones muy crónicas que desvitalizan los tejidos.
En los ancianos se puede presentar la gangrena senil, debido a recargo de substancias extrañas y vida antinatural, especialmente falta de ejercicio físico e inactividad de la piel.
La gangrena aparece de preferencia en las extremidades, en donde la circulación sanguínea se hace más difícil. Empieza con dolor y calor en la parte afectada, más tarde ésta se enfría y va perdiendo la sensibilidad. La coloración cambia pasando del color rojizo al negro y el proceso puede ser húmedo y blando o seco y apergaminado.
Esta dolencia, para la cual la alopatía no tiene otro "remedio" más que la mutilación, que tan sólo cambia de sitio el mal, puede ser curada al inicio utilizando mi Doctrina Térmica. Pero es necesario que la descomposición y los remedios medicamentosos no hayan agotado la vitalidad del organismo. He tenido la oportunidad de tratar casos de gangrena que han reaccionado en pocos días, especialmente en heridas o llagas.
Tratamiento: Se procurará normalizar las funciones del aparato digestivo, a producir fiebre curativa en la piel y combatir la fiebre destructiva de las entrañas. Esto se logra siguiendo el Régimen de Salud combinado con Lavado de la Sangre cada día.
Como tratamiento local, dos a tres veces al día se aplicará vapor de limpia plata con flores de árnica durante 15 a 20 minutos, lavando en seguida la parte afectada con agua del cocimiento bien caliente, la que se deja caer en forma de chorro con un tetera, luego aplicamos las hierbas del cocimiento y sobre todo esto cataplasma de fenogreco.
Cada vez que hagamos esta curación, es conveniente introducir la extremidad enferma en el agua hirviendo por unos segundos, a fin de despertar la reacción de las células vivas e inflamar los tejidos sanos para que se separen de los muertos. Cuando la operación es inevitable, conviene practicar el tratamiento indicado durante cuatro semanas, a fin de asegurar el buen resultado de la cirugía.
Picaduras venenosas
Tratamiento: Se aprieta con los dedos sobre la parte afectada para que salga el veneno o el aguijón, si lo hay. También conviene chupar la herida, sin peligro de contaminación interna, pues los venenos animales son neutralizados por los jugos digestivos.
En los casos más graves, como picadura de araña venenosa o mordedura de perro rabioso, en que puede presentarse envenenamiento de la sangre, es necesario favorecer la pronta eliminación del veneno por medio de transpiraciones generales, estando indicado el Lavado de la Sangre, que puede repetirse mañana, tarde y noche.
Con éste se alternan 2 o 3 baños genitales de 20 minutos de duración, o bien paquete entero en la mañana y las 6 frotaciones en la tarde para adultos o para niños que guarden cama.
Como tratamiento local, lo mejor es introducir la parte afectada en un cocimiento de limpia plata, fenogreco y semillas de pasto miel, a una temperatura de cuarenta grados, manteniendo este calor durante toda la aplicación, que será de 30 a 60 minutos. En seguida se aplica cataplasma de fenogreco o lodo.
Si hay mucha fiebre recomendamos mantener todo el tronco del enfermo envuelto en lodo, especialmente sobre la herida y cambiarlo en cuanto se caliente. Es imperativo el ayuno con sólo agua o fruta cruda hasta que desaparezca la calentura y vuelva el hambre. Si es necesario, aplicar lavativa.
Casos: Rodrigo Pérez de 26 años, me escribió en junio de 1941: "A mediados del mes de abril fui mordido por un perro que estaba con rabia. Los curiosos que presenciaron el suceso, me aconsejaron que fuese en el acto a colocarme una vacuna antirrábica. Cualquier demora, opinaban, podría resultar fatal.
Yo preferí ponerme en las manos de don Manuel Lezaeta Acharan, quien me sometió a un sencillo tratamiento naturista. Pocos días después, mis heridas cicatrizaban sin ningún inconveniente. En la actualidad estoy completamente sano y del caso no recuerdo más que las caras atemorizadas de la gente que recomendaban la vacuna antirrábica como única salvación."
Donadores de sangre
Este procedimiento tal vez puede justificarse cuando se desangra una persona accidentada, pero definitivamente resulta inútil y perjudicial tratándose de enfermos. En efecto, por buena que sea la sangre que se introduzca en el cuerpo de un paciente, que siempre es víctima de malas digestiones y deficientes eliminaciones, ésta se descompondrá rápidamente.
La sangre pura es producto de buenas digestiones, de respiración normal y buena actividad cutánea y no es susceptible de regalarse o intercambiarse. La única forma verdadera de que los enfermos regeneren su sangre es normalizando su digestión.
Epidemias del trópico
El calor tropical obliga al organismo a una permanente defensa mediante el sudor. Cuando éste enfría la superficie del cuerpo, el calor sube a las entrañas, por congestión. De aquí surge el desequilibrio térmico, que se manifiesta en tercianas y malas digestiones, dolencias características del trópico.
Ya sea que se denominen Malaria, Disentería, Paludismo, Tercianas, Fiebre Amarilla, Beri-Beri, Peste Bubónica, todas estas afecciones se tratarán con éxito seguro siguiendo las mismas instrucciones que dimos para la fiebre o calentura.
Fuente: Manuel Lezaeta Acharan
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