Cómo fortalecer tu sistema inmunológico


Sistema Inmunológico

En los meses de frío, cuando pasamos más horas en ambientes cerrados, estamos más expuestos al contagio de numerosas enfermedades, sobre todo respiratorias. Por ello, aprender cómo subir las defensas es imprescindible. Tu dieta puede ayudarte en esta empresa, ¿Lo sabías?

Existen múltiples factores que pueden alterar nuestras defensas. Algunos son factores internos y no dependen de nosotros (enfermedades autoinmunes, cambios estacionales, edades extremas de la vida…) y otros son factores externos sobre los cuales sí podemos actuar (alimentación, tabaco, cafeína, contaminación ambiental, estrés, sedentarismo…). Estos factores provocan que el sistema inmunológico se debilite, facilitando el contagio de infecciones y retrasando la recuperación.

Alimentos para fortalecer el sistema inmunológico

Todos los expertos coinciden en que una dieta equilibrada y completa es necesaria para que nuestro organismo sea capaz de defenderse de las múltiples agresiones externas a las que le sometemos: cambios de temperatura y humedad, esfuerzo físico, exposición a contaminantes y humo, ambientes cerrados, comida rápida…

Cuando nuestra alimentación no es equilibrada, o mantenemos una dieta muy restrictiva, el organismo puede sufrir carencias de nutrientes esenciales y por ello estar peor preparado para defendernos. Es entonces cuando tenemos mayor riesgo de enfermar.

Sistema Inmunológico

Alimentos para subir tus defensas.

Los nutrientes más importantes a la hora de activar nuestras defensas son fundamentalmente las vitaminas y los minerales, aunque todos los nutrientes esenciales tienen su misión y son necesarios.
  • Fresas, kiwis, naranjas, mandarinas, limones, pomelos, mangostán, coliflor, tomate, calabacín o calabaza, por su contenido en vitamina C que, si bien no evitará que enfermes, te ayudará a rebajar la sintomatología y superarlo mejor.
  •  Lácteos, huevos, cerezas, melón, col, nabo, espinacas… por su contenido en vitamina A, que mejora la respuesta de los linfocitos T y la quimiotaxis de los neutrófilos, que actúan en el mismo foco de infección.
  • Aceites vegetales como el de soja o germen de trigo, así como frutos secos, pimentón, piñones u orégano, por su contenido en vitamina E, un gran antioxidante que mejora la respuesta inmune.
  • Cereales, legumbres, frutos secos, tubérculos, pescados, lácteos… por su contenido en vitaminas del grupo B, necesarias para el metabolismo energético y para que se formen células inmunitarias.
  • Hongos y setas, que se utilizan desde hace cientos de años por su contenido en fósforo, selenio, cobre o vitaminas del grupo B.
  • El ajo, por sus funciones antimicóticas y antisépticas naturales.
  • Las hierbas y raíces como el orégano, el perejil o el jengibre, por sus reconocidas propiedades antimicrobianas, expectorantes y antiinflamatorias.
  • Semillas de lino, o de chía, ricas en minerales y antioxidantes.
  • Algas, como la espirulina por su contenido en clorofila, fibras, pigmentos y ácidos grasos.
  • Pescado azul y frutos secos, ricos en ácidos grasos omega 3 que aumentan la actividad de los glóbulos blancos.
Además, existen miles de plantas medicinales, como la equinácea, el aloe vera, el regaliz o la uña de gato que, infusionadas, aportan propiedades antimicrobianas y activan los linfocitos.

No te obsesiones con comer todos estos alimentos cada día. Ni creas que por ello no vas a enfermar durante todo el invierno. Pero una dieta completa y muy rica en alimentos frescos de todos los grupos acompañada de ejercicio regular te ayudará a defenderte mejor de los gérmenes que te acechen.

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